La noticia que ha impactado en los últimos días en el mundo del deporte sin duda alguna ha sido la determinación de Lionel Messi de dejar el FC Barcelona, una decisión del astro argentino que ha movido los cimientos del club catalán, impactando a los aficionados azulgranas y los mismos fans del jugador. Un “divorcio” que aquellos que siguen el fútbol internacional más allá de las canchas y los resultados, entienden que se viene dando desde hace ya tres años.
La idea de la salida de Lionel Messi de filas del Barcelona, tiene como un punto de partida en agosto de 2017, cuando el jugador brasileño Neymar Jr decidió dejar el club catalán para irse al PSG. Y es que desde aquel año, la dirigencia del Barça no ha podido cumplir con las expectativas en cuanto a fichajes. Desde entonces se ha buscado llenar el vacío que dejó el jugador brasileño, objetivo que no se ha cumplido. Llegaron muchos jugadores, pero hasta el momento varios de ellos ni siquiera lograron cumplir con las expectativas esperadas.
Esto dejó en evidencia la disconformidad de Messi con las tareas que la directiva azulgrana ha venido llevando desde entonces. Ciertos cruces de palabras, cambios de entrenadores pese a que se lograron ciertos títulos, rumores dentro del periodismo deportivo español, han sido frecuentes en los últimos meses. Los “fracasos” en las últimas ediciones de la Champions League, crearon ese ambiente de disconformidad en el astro argentino, siendo el batacazo final la derrota a manos del Bayern Múnich en aquel histórico 8-2 vivido hace algunos días. La eliminación reciente fue la ‘gota que rebalsó en vaso’. Se convirtió en el punto clave para que Lionel tome tal impactante decisión.
Una determinación que va más allá de un resultado, que más bien tiene que ver con una mirada hacia el futuro, ya que el FC Barcelona claramente entrará en una reestructuración, y por lo que el jugador argentino busca su salida hacia un nuevo ‘horizonte’ que le permita ganar más títulos grandes.
Pero esta novela no parece sencilla como se esperaba, al menos para el futbolista, debido a que su salida del club no se está tornando nada fácil. Ya existe ese llamado ‘tire y afloje’ de intereses que no permite que todo se resuelva (hasta el momento) con una solución pacífica. Es aquí en donde toda esta problemática nos deja una importante lección, conocida por todos pero que no se cumple en la realidad, el de poder llevar una perfecta relación entre los directivos de un club y el jugador desde el momento en que éste llega a una institución hasta su alejamiento.
Así como al principio todo ha sido normal en la relación Messi-Barcelona, y que ahora parece una novela dramática, esta experiencia se vive dentro del fútbol boliviano desde hace muchos años, transformando esta idea al contexto nacional.
El fútbol en Bolivia en el aspecto dirigencial y en torno a sus problemáticas, se ha convertido en un dolor de cabeza en cada club. Paros de jugadores por incumplimientos de sueldo, escándalos dentro y fuera del campo de juego de parte de los futbolistas, peleas y demandas en los tribunales deportivos (e incluso fuera de ellos), y en fin, un gran número de problemas, son parte de la realidad del fútbol nacional.
El problema que existe en torno a la ‘novela’ Messi-Barcelona, deja ver la real importancia que debe tener el accionar de una dirigencia frente a un proyecto a largo plazo en lo futbolístico y más allá de él, trabajando de la mejor manera en cuanto a las incorporaciones de jugadores. El lema de que ningún jugador es más grande que un club es aplicable a cada institución, pero también se debe manejar con gran sutileza el cumplir con las expectativas de un cuerpo técnico, plantilla y aficionados.
En Bolivia estos aspectos muy pocas veces se han podido evidenciar. Por años se han reflejado las ‘migraciones’ de jugadores de un club hacia otro, saliendo por la ‘puerta de atrás’. Demanda tras demanda se han vivido en las últimas gestiones dentro del balompié nacional, que han desgastado a futbolistas, dirigencias y hasta los mismos aficionados que ha reprochado a quienes llevan la batuta en un determinado club.
El hecho de que el fútbol boliviano se encuentre parado desde hace unos meses por el tema de la pandemia mundial, puede ser la oportunidad para que se dé una nueva etapa dentro del balompié nacional, para que se puedan hacer las cosas de mejor manera. Una oportunidad para que las dirigencias, los futbolistas, y todos aquellos elementos ligados al fútbol, puedan proyectar un objetivo claro para la persecución de las metas propuestas.
El saber sellar contrataciones para la llegada de buenos jugadores, el poder apostar por futbolistas ‘de la casas’, el escuchar las demandas de ellos mismos y también de los aficionados, deben ser los pilares de una institución deportiva para que se logre un buen idilio entre jugador y dirigencia.
Ver todo el embrollo que se ha armado con la ‘casi’ salida de Messi del Barcelona, un hecho que sonaba impensado hace algunos años atrás, demuestra que ningún club está exento a todos estos problemas, que por más que se trate de uno de los mejores y más grandes clubes en la actualidad, se puede caer en estos errores. Y es que de capítulos como estos se pueden sacar lecciones importantes, conclusiones que permitan mejorar y mirar solo hacia adelante.
Habrá que esperar cómo se soluciona todo este conflicto para aprender a no cometer las mismas fallas en el futuro. Habrá que esperar que en el fútbol de Bolivia también se pueda aprender de todo esto, para que ya no se caiga en los mismos yerros e historias que han cansado a los aficionados en los últimos años. Será importante que los dirigentes y los futbolistas, creen mejores relaciones mutuas que permitan el desarrollo del fútbol, que se plasme en la selección nacional y que esto derive en la consecución de objetivos importantes como por ejemplo la clasificación a un Mundial, o la ‘explosión’ de una nueva camada de jugadores con mejores oportunidades.
Por: Alejandro García Pacheco, periodista